LAS NUEVAS FORMAS DE ABANDONO
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Una reflexión sobre las nuevas formas de abandono, escrito por Amanda Romero.
Parece que se extienden con rapidez nuevas modalidades de abandono; son maneras de deshacerte de alguien de tu familia sin que se note, con disimulada amabilidad, con pretensiones de parecer una persona civilizada en busca del bien común.
Me refiero a las familias que no dejan al animal que vive en su casa en cualquier carretera, no le bajan del coche en una gasolinera, no le atan a farolas ni postes para que no les siga, no le dejan en un parque, no. Las nuevas formas de abandono aborrecen estas prácticas, lo cual imagino que de algún modo les honra.
Son estas familias que llaman a la protectora más cercana o a alguna persona que consideran responsable con los animales para informar de que no pueden seguir atendiendo al animal que vive con ellos y que por favor le busquen otra familia para evitar llevarle a la perrera, o tener que «dormirle», que les daría mucha pena tener que hacerlo.
Las causas más habituales alegadas para el abandono moderno suelen ser:
– Alergia repentina de alguno de los miembros del hogar
– Falta de tiempo para dedicarle al animal
– Dificultades económicas que impiden cubrir los gastos generados
– Tener que viajar a otro país
– Cambios de horario en el trabajo
– El nacimiento de un bebé
– Cambios de piso en los que no admiten animales
– Separaciones de pareja en las que «donde dije digo, digo Diego» y nadie se responsabiliza del animal
– Problemas de espacio porque el animal ha crecido más de lo esperado, o suelta más pelo del esperado
– Etc.
Reconoceréis a esta modalidad de abandonadores porque siempre dirán frases como: «nos da mucha pena pero sabemos que es lo mejor para él…» , o también del tipo: «seguro que tú le encuentras una familia que pueda sacarle a pasear todo lo que necesita»; o bien: «es muy bueno, voy a echarle mucho de menos, qué penita no poder quedármelo, lo hago por él».
Esto, señoras y señores, es abandono igualmente y así debemos llamarlo. No hay que tener miedo, acéptenlo. Es dejar tirado a alguien que depende ciegamente de ti, que no ha elegido vivir contigo, que seguramente te quiere como tú jamás sabrás hacerlo, que no va a entender nada de lo que le está sucediendo, que seguramente sufra y mucho.
Es someter a los animales a fuertes cambios, a un grandísimo estrés, a pasar miedo, a esperarte el resto de su vida seguramente aunque sean felices con otra familia.
Es simple y llanamente una IRRESPONSABILIDAD.
Y todo esto es consecuencia de la auténtica falta de consideración y respeto que tenemos hacia los animales, de nuestra concepción de su existencia como mascotas para nuestro disfrute en lugar de verles como individuos con quienes hemos asumido una responsabilidad de por vida.
A veces, cuando recojo un animal de estos abandonos para llevarle a un albergue, a una residencia, a una casa de acogida…Pienso en si estoy haciendo lo correcto. Sin duda sé que para el animal lo es, que yo misma me aseguraré de su bienestar futuro. Pero… ¿Qué aprenden este tipo de personas? ¿Qué lección extraen? Normalmente me marcho pensando que ninguna. Que se han quitado un problema de encima con sólo llamarnos, y que se vuelven a sus casas aliviados y encima con la sensación de haber hecho bien las cosas.
Yo suelo decirles que el animal va a pasarlo mal, que les va a echar de menos, que por favor no vuelvan a asumir la responsabilidad de ningún otro, que a fin de cuentas lo que están haciendo es abandonar…Pero creo que les importa una mierda.
¿Cómo lo hacéis quienes también os enfrentáis a esto? ¿No os quedáis con la sensación de que encima se marchan con orgullo y satisfacción, mientras tú te ves con un animal que llora sin parar?
Espero que quien lea esto y alguna vez se haya deshecho de alguien de su familia sin haberlo intentado todo, sin tener absolutamente ni la más remota opción, sin haberse al menos sentido una persona miserable, recuerde que realmente lo es.
Ojalá pronto el abandono, en cualquiera de sus formas, sea algo que las familias ni lleguen a plantearse, que sea realmente vergonzoso, que la sociedad lo castigue como el delito que es
Gracias a Amanda Romero por permitirnos publicar su artículo.
