POR QUÉ ESTERILIZAR A LOS ANIMALES

Nuestra política con las colonias de gatos urbanas consiste en intentar controlar su crecimiento medicando o esterilizando a las hembras, alimentando a sus miembros de forma controlada y limpia, y buscando casas de adopción para los cachorros que nacen y que pueden ser socializados. Es tal la cantidad de animales que se abandonan, que las colonias nunca desaparecen; siempre se completan con animales nuevos que han sido abandonados y que ocupan el lugar que ha dejado un gato que ha sido adoptado o que ha desaparecido.

Esta política también se aplica a los gatos que viven en una casa y que, en principio, no salen al exterior. ¿Por qué? Porque antes o después, el instinto les va a jugar malas pasadas. Las hembras maullan durante días de forma lastimera en cada celo, y los gatos marcan su territorio de forma sistemática, de forma particularmente… olorosa.

Intentarán escaparse por todos los medios. Si lo consiguen, las hembras volverán preñadas a su casa y su familia se enfrentará a la delicada tarea de «colocar» a los cachorros, lo que supone más gatos abandonados, si no en esa generación en la siguiente, es decir, al cabo de un año. Si es un macho, posiblemente habrá engendrado una camada callejera de gatitos que morirán,  en mucho casos, antes de llegar a la edad adulta.

Además, hay que añadir el riesgo para su salud que suponen las escapadas descontroladas, en forma de peleas, atropellos, lesiones y enfermedades adquiridas.

 

Intentamos esterilizar tanto a los perros como a los gatos, ya que la reproducción incontrolada es la principal causa de que existan tantos animales abandonados. Ojalá viviéramos en un mundo en el que, por ejemplo, todas las hembras pudieran tener una camada antes de ser esterilizadas. Lamentablemente, no podemos permitirnos ese lujo. Los cachorros abandonados vivos en contenedores de basura, en aceras y en la puerta de las protectoras son la prueba de que no podemos permitir la reproducción incontrolada. Por muy buenas intenciones que tengan los amos, antes o después un animal en celo se escapa y vuelve a casa (cuando lo hace) preparado para traer al mundo a unos cachorros que nadie quiere y que van a pasarlo muy mal en su corta vida.

Los animales no son como las personas.  No sienten la necesidad de reproducirse más allá de un nivel puramente instintivo, y las enfermedades atribuidas a una falta de gestación son estadísticamente similares a las derivadas de un embarazo. Igual que no dejamos a nuestro gato que se afile las uñas en nuestro sofá o que meta las pezuñas en el acuario, que también son comportamientos instintivos, no debemos dejar que se reproduzca, aunque pensemos que podemos «colocar» a los cachorros: hay muchos disponibles, en todo momento. Si sabes de alguien que quiera uno, ponte en contacto con nosotros.